Las preguntas básicas que los Estados firmantes de PDCA entre Cuba y la UE no parecen haberse formulado

Carta #23 de María Matienzo para la UE.

En #CartasdeCubaparaUE el siguiente texto resalta puntos claves que la UE y sus Estados miembros deben considerar en el marco de la implementación y firma del Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación entre la Unión Europea y Cuba (PDCA). Además, el texto realiza una serie de propuestas para que la UE brinde apoyo a la sociedad civil independiente en Cuba.  

María Matienzo Puerto, es una narradora y periodista independiente cubana. Como reportera ha trabajado para los medios CubaLiteraria, Havana Times y Diario de Cuba, entre otros. Es la autora de ‘Apocalipsis La Habana’ una antología de reportajes publicados en el periódico digital Diario de Cuba. También ha sido publicada como narradora en las revistas de Literatura Papeles de la Mancuspia, en Otro Lunes, Isliada y Voces.

Preguntas sin respuestas y una sugerencia para la UE

¿Cómo un cubano promedio, sin influencia política ni herencia millonaria puede convertirse en un pequeño empresario? ¿Por qué una persona que disiente del Estado en Cuba tiene que vivir con miedo a ser encarcelada? ¿Por qué los ciudadanos en la isla no protestan abiertamente en las calles como lo hacen el resto de los ciudadanos del mundo? ¿Por qué los cubanos prefieren huir a cualquier parte del mundo? ¿Por qué son tan altos los niveles de insalubridad? ¿Por qué los cubanos tienen tan poco acceso a la información? Y hay más temas: los relacionados con los feminicidios, las cifras de epidemias silenciadas, la falta de políticas públicas a minorías, la prostitución.

Estas son preguntas básicas, pero los Estados firmantes del Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación entre la Unión Europea y Cuba parecen no habérselas formulado.

¿Por qué algunos cubanos dicen que Cuba no es un Estado de derecho? Es otra de las preguntas que el Parlamento Europeo, la nueva Comisión de la Unión Europea, el nuevo representante para asuntos exteriores y los Estados miembros, pueden plantearse.

La respuesta está en el artículo 5 de la constitución cubana, donde se declara la supremacía de un partido político por encima incluso de la misma ley de leyes: “es la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado” dice textualmente el documento y eso implica que los ciudadanos que no son del partido no tienen derechos.

Por otro lado, las estadísticas de las represiones y la realidad cubana traducida en noticias de la prensa opositora y la prensa internacional están para responder cada una de estas interrogantes. Por tanto, firmar acuerdos de diálogo político y de cooperación sin importar cuál sea el carácter de la cooperación es legitimar estructuras de poder que han perpetuado por más de 60 años una tiranía, en donde las firmas sólo benefician a una cúpula y a sus aliados.

La sociedad civil cubana (prensa independiente, opositores, partidos políticos, activistas por los derechos humanos) que se preocupa por el tema político está necesitada de ayuda, que puede ir desde la visibilización de su situación, hasta el pronunciamiento público en oposición a un Estado que no respeta los derechos humanos más elementales como asegura hacerlo en el ‘Recordando’ y el ‘Reafirmando’ del Acuerdo firmado en 2016.

La sociedad civil cubana que se preocupa más por el crecimiento económico e intenta emprender negocios desde una economía deprimida y estrangulada por 60 años de defalco y mala gobernancia, necesita apoyo económico. Hablamos de apoyo, no de caridad europea sino desde la posibilidad de que los bancos y las instituciones abran sus puertas a la micro economía cubana donde no medie el gobierno y sus cuentas únicas, a las que los cubanos no tienen acceso. Esta ayuda debiera hacer especial énfasis en grupos desfavorecidos como mujeres y afrodescendientes.

En ambas variantes de la sociedad civil independiente cubana, la UE podría reconocer la personalidad jurídica de los ciudadanos cubanos ya que el Estado no lo reconoce ni ha promovido leyes que legitimen partidos políticos, asociaciones políticas y de masa o vínculos comerciales, empresas y marcas nacionales.

¿Cómo reconocer la sociedad civil independiente de la sociedad civil reconocida y respaldada por el gobierno?

El discurso político complaciente y en sintonía con el del gobierno es el síntoma más evidente; sin embargo, hay otros. Una parte de esa sociedad civil no hace nada ni por democratizar ni por el crecimiento de la sociedad en general, no brinda servicios que generen empleos ni beneficio alguno para otros ciudadanos, y los que pertenecen al sector económico exigirán, incluso en contra de sus intereses, la mediación del gobierno. Son los primeros en cometer delitos como golpear, difamar, afrentar o envilecer a los que piensan diferente a ellos.

Mientras, la sociedad civil independiente tiende a exigir la democratización de los espacios políticos y sociales, denuncia los atropellos, la escasez, la corrupción y aunque sus intereses no sean políticos, tiende a poner en duda las prebendas del gobierno porque sabe que son otras formas de esclavización. El Estado nunca reconocerá su existencia y si lo hace, será para desacreditarla.

Una de las maneras que tenemos los cubanos de que el gobierno escuche nuestras demandas, aún cuando no lo reconozca abiertamente, es que los Estados con los que se relaciona sean coherentes ante la situación de los derechos humanos en Cuba.

Esta podría ser la oportunidad de la UE de reafirmarse en su solidaridad con la ciudadanía cubana enfocando el diálogo político hacia la realidad cubana y no desde el discurso de los representantes de Estado; en el plano económico, hacia las microeconomías, propiciando el diálogo con los actores reales de la nueva, pequeña y casi incipiente empresa cubana.

A la ciudadanía que quiere entrar en el siglo XIX le toca ajustarse a las leyes y normas que establezcan los Estados de la UE que quieran abrirnos sus puertas.

María Matienzo Puerto

Taggar ,