“El quid del problema es la naturaleza criminal del régimen cubano”

Carta #22 de Juan Adolfo Fernández Sainz para la UE.

El siguiente texto de nuestra serie #CartasdeCubaparaUE, presenta una serie de recomendaciones en el marco de las relaciones internacionales entre Cuba y la UE, con la finalidad de reconocer, garantizar y mejorar la situación de los derechos humanos de defensores, opositores, activistas y periodistas, entre otros, dentro de la isla.

Juan Adolfo Fernández Sainz, es un traductor y ex periodista independiente. Ex preso político, y miembro del Grupo de los 75 opositores encarcelados y condenados a penas de prisión durante la oleada represiva de la ‘Primavera Negra’ de 2003. Fue condenado a 15 años de prisión, de los cuales cumplió 7 siendo desterrado a España en el 2010. Actualmente, trabaja en la Fundación Nacional Cubano Americana, y se encuentra radicado en Miami, EEUU.

El diálogo con Cuba es irrenunciable

Pero muy poco podemos esperar de él. El quid del problema es la naturaleza criminal del régimen cubano. La dictadura del Partido Comunista se ha asociado ilegalmente a la soberanía nacional. Toda crítica a su fallido sistema, incluso por nacionales cubanos dentro y fuera del territorio nacional, es vista (convenientemente) como un ataque a la nación y al país y esto justifica cualquier abuso porque lo estarían cometiendo “en defensa de la Patria”. Nada que amenace al régimen le es tolerable, están dispuestos a recurrir a toda la fuerza para evitar cualquier cambio radical y se han dado los instrumentos legales para conseguirlo.

Basta con leer su propia constitución para entender su posición totalmente contraria a los derechos humanos.

Otra jugada tramposa es que el régimen siempre se muestra abierto al diálogo, pero intransigente a ultranza en cuanto a resultados. Dialogar en sus términos ha sido una pérdida de tiempo. Entonces, hay que mantener el diálogo, pero pasando a resultados concretos:

Europa puede comenzar por pedir la liberación de todos los presos políticos. El régimen va a alegar que no existen. Europa debe, entonces, reconocer públicamente a todos los presos políticos cubanos.

El siguiente paso sería reconocer públicamente a todas las organizaciones opositoras dentro de Cuba que tengan una trayectoria de trabajo serio en pro de los derechos humanos. Esto es muy básico, ya que los opositores cubanos nunca hemos podido tener ni siquiera una oficina. Siempre las reuniones han sido en nuestras propias casas. Siempre tratamos de inscribir nuestras organizaciones en el registro de asociaciones, pero nunca se nos responde. Si la comunidad internacional quisiera ayudar a alguna organización opositora en Cuba, legalmente no podría hacerlo porque al no ser reconocida oficialmente es como si no existiera.

A modo de ejemplo, si un gobierno europeo cualquiera quisiera ayudar a una asociación de campesinos en Tailandia, no tendría que esperar a que el gobierno tailandés le dé permiso, porque las asociaciones tienen personalidad jurídica propia. La oposición en Cuba está condenada a vivir como fantasmas por la falta de reconocimiento.

La UE podría –manteniendo el diálogo– ayudar al sector privado cubano con recursos, visitas y aliento. El régimen se va a negar y presentará esta iniciativa como un atentado a la soberanía nacional. Europa tendría que hacer públicas sus intenciones de ayudar al sector privado cubano con ejemplos concretos y publicitar la negativa del régimen a que se dé esa ayuda.

Reconocimiento público de la prensa independiente y asociaciones sindicales. Plan de apoyo a aquellos que hayan mantenido una trayectoria de seriedad y compromiso con la causa del respeto a los derechos humanos. Ante la negativa del régimen, explicación pública de las intenciones europeas y de la negativa del régimen cubano. Cada uno de estos pasos, acompañados por la correspondiente información a la opinión pública europea e internacional.

El régimen castrista siempre ha sido muy celoso de su imagen pública, se ha propuesto vivir como un Estado más y que se le acepte de buena gana. Si se niegan, como hasta ahora, a poner en práctica en Cuba los cambios que pida Europa, y buena parte del mundo, en materia de derechos humanos y apoyo económico al naciente sector privado, por lo menos que sientan el deterioro de su imagen y que dentro de Cuba los cubanos que tengan acceso a la información sepan que la conducta del régimen cubano no es aceptada por buena parte de la comunidad internacional.

A partir de ahí se podría hablar de llegar a elecciones libres y justas, pasando por libertad de prensa, de opinión y de reunión y pluralidad de partidos. Y a cada paso, hacerlo acompañar por la transparencia en las relaciones entre Europa y Cuba.

Este plan no es una garantía de éxito, pero al menos no premia conductas despóticas y tiránicas.

Juan Adolfo Fernández Sainz.

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