El error garrafal es sobrentender que gobierno cubano intenta cambiar hacia una sociedad más democrática y liberal

Carta #19 de Osmel Ramírez Álvarez para la UE.

El siguiente texto en #CartasdeCubaparaUE relata de manera breve comose han caracterizado las relaciones de Cuba con la UE. Así mismo, evidencia la grave situación de derechos humanos que se vive en isla desde que se firmó en 2016 el Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación (PDCA) entre Cuba y la UE.

Osmel Ramírez Álvarez, es un biólogo y periodista independiente de Cuba. Actualmente colabora en los medios de noticias Diario de Cuba y Havana Times. Pertenece al grupo de opinión Socialismo Participativo y Democrático (SPD) y es abiertamente opositor al régimen del Partido Comunista. Ramírez aboga por un pacto social más justo, la no violencia y el fortalecimiento de la democracia. Por sus labores periodísticas y su crítica al gobierno ha sido objeto de amenazas, persecución y detenciones arbitrarias por parte de la policía.

El acuerdo UE-Cuba, su impacto en la sociedad cubana y posible proyección futura

La historia de las relaciones de la UE y Cuba ha sido tortuosa. Desde que la UE surge como entidad supranacional, Cuba ya era lo mismo que sigue siendo actualmente: un país regido por una dictadura comunista, con un solo partido que se erige como soberano de nuestro pueblo, al que no permite un solo espacio, ni siquiera el más pequeño, de libertad para cambiar y elegir un futuro mejor.

Pero comprendemos que es un gobierno reconocido por la comunidad internacional y, por consiguiente, el único interlocutor actualmente posible del pueblo cubano. Aunque nos parezca ilegítimo e injusto.

Igualmente entendemos el por qué la comunidad internacional cae en la trampa de creer que los pequeños y poco significativos “cambios”, propiciados como dádivas por el gobierno, son señales de un proceso exponencial de “otros cambios” más definitorios. ¡Pura ilusión!

La premisa para el cambio es reconocer que se necesita cambiar, ya se trate de personas o gobiernos, y el Partido Comunista que detenta el poder en Cuba hace seis décadas se cree dueño de la verdad y culpa a otros de sus fallas, especialmente a Estados Unidos. Toda señal de cambio es puro maquillaje y estrategia para sobrevivir en dictadura; o simplemente para aprovecharse de la buena fe de aquellos que, como Europa, han creído en sus cantos de sirena.

En efecto, el gobierno de Cuba ha sido hábil para mantener su dictadura. Primero en medio de la guerra fría aprovechando la distención entre dos campos ideológicos antagónicos; y, luego, con tácticas renovadas, como lo es invertir en política exterior y en “solidaridad” supuestamente desinteresada utilizando el trabajo semiesclavo de nuestros médicos.

Y todo redunda en la política exterior, tan arrogante y chovinista como artera a la hora de aprovechar coyunturas favorables. Y en busca de apoyos o comprometimientos juegan con los intereses de las diferentes regiones. Y Europa es el segundo socio comercial.

El deshielo efímero de las relaciones políticas y económicas con Estados Unidos, al finalizar la administración Obama, fue sin duda un acicate para que Europa adelantara un acuerdo más rápido con La Habana (el PDCA). Parecía inminente un cambio sustancial y el viejo continente también quería ser artífice de la nueva coyuntura. Algo comprensible.

Es importante señalar que, en estas predicciones, tanto el Gobierno de Obama como Europa partieron de un error garrafal: sobrentender que Cuba estaba cambiando, desde el gobierno de Raúl Castro y más aún bajo el de Miguel Díaz Canel, hacia una sociedad más democrática y liberal. Pero nada es más alejado de la realidad.

  • Raúl Castro dejó claro que su tarea no era destruir el socialismo sino ayudar a salvarlo; y, para ellos, “socialismo” significa la dictadura de su partido, todo el poder económico controlado por el Estado y el Estado dominado por el partido único.
  • Díaz Canel, que no tiene el apellido Castro, repite lo que le adoctrinaron y basta con leer o escuchar su eslogan: “somos continuidad”.

Nada ha cambiado, salvo unos pequeños y cosméticos reajustes que, más que cambios, representan acomodamiento coyuntural del mismo sistema en un ambiente más adverso, que exige cambios y que, a regañadientes, hay que simularlos o hacerlos parciales sin que afecte la esencia de su poder despótico.

Creer que el gobierno de Cuba tiene voluntad de cambios o someterse en algún momento al escrutinio del voto popular; que permitirá a la pluralidad política cubana, que existe en la ilegalidad y el exilio, el derecho a organizarse legalmente y competir por los cargos públicos; o que dejará de violar los DDHH de los cubanos, salvo aquellos políticamente convenientes; creerlo equivale a no conocer Cuba ni al gobierno totalitario del Partido Comunista.

La percepción de la sociedad civil cubana (la verdadera, no el engendro oficialista), es que con el PDCA la UE dejó de apoyar al pueblo cubano, independientemente de que se mencionen los DDHH. Porque se basa en la creencia sin sustento de que el gobierno cubano está interesado en cambiar, no en la exigencia de su observación.

De los tres capítulos del PDCA, los dos primeros, Diálogo político y Diálogo sobre Cooperación y Política Sectorial, incluyen el tema de DDHH. Y el tercero es netamente económico. Sin embargo, lo que se percibe es que lo único que interesa es el tema económico-comercial, porque es el único donde hay resultados.

Mientras que el tema DDHH está relegado a conversaciones nominales, sin fruto ni nada que indique avances. Donde sólo se intercambian “puntos de vista” pero no se evalúa la realidad adversa de los DDHH en Cuba ni el gobierno cubano siente ninguna presión de parte de Europa para mejorar.

¿Qué ha sucedido con los DDHH en el periodo desde que se firmó el PDCA?

  • Las organizaciones de DDHH cubanas siguen radicando en el exterior porque el gobierno no permite su trabajo dentro de la isla.
  • La sociedad civil y la libertad de expresión sigue siendo criminalizada y reprimida.
  • La represión se ha incrementado de manera inédita.
  • La prensa independiente es criminalizada, perseguida y reprimida.
  • Los medios digitales incómodos al gobierno son bloqueados en internet.
  • Los periodistas independientes somos habitualmente detenidos de forma arbitraria y encarcelados hasta tres días, sin acusación, pero algunos han sido llevados a juicio y condenados por delitos fabricados.
  • Sufrimos registros en el domicilio e incautación de medios de trabajo, intimidación, amenazas de cárcel y mucho más.
  • La policía política cubana, mal llamada “Seguridad del Estado”, tiene la prerrogativa de “regular” a libre antojo a cualquier persona sin que medie una orden judicial. Ello significa prohibición de viajar al exterior. En estos momentos, somos alrededor de 150 “regulados” en el país. (Este periodista lleva prohibido de viajar, en el momento de escribir este artículo, 658 días).
  • La marcha del Orgullo Gay este año, como el gobierno no la convocó, fue reprimida.
  • Los artistas cubanos que se oponen a un decreto-ley espurio (el 349), que regula el ejercicio del arte de manera controlada por el Estado, fueron y son reprimidos constantemente.

¡Y mucho más!

Lo peor es que se han incrementado, ¡impunemente!, desde que se firmó el PDCA. Un acuerdo que, cabe señalar, se materializó cuando las relaciones con Estados Unidos ya estaban deterioradas bajo la nueva administración de Donald Trump. Y el incremento de la represión es, sin duda alguna, una reacción de riposta de la dictadura hacia lo interno, para neutralizar las fuerzas democráticas dentro de nuestra sociedad.

Es evidente, entonces, que el acuerdo con Europa no significó ninguna presión en materia de DDHH. En los tres encuentros que se han tenido, el gobierno cubano, con la arrogancia y chovinismo que lo caracteriza, manifiesta y defiende la tesis descarada de que “tienen una forma diferente de entender la democracia y los DDHH”. Como si existiera una forma antidemocrática de entender la democracia y una forma violatoria de los DDHH de entender los DDHH.

El gobierno cubano sólo va a permitir los cambios necesarios en nuestra sociedad si es forzado por las circunstancias externas y, al unísono, lo hacemos también desde la sociedad civil, la prensa libre y la oposición pacífica. Sin duda, Europa puede ser de gran apoyo en esta justa causa y el PDCA tiene las herramientas para ello.

Considero fehacientemente que el acuerdo está bien, lo que no es positivo es la forma tibia con que se ha manejado hasta hoy el tema de los DDHH.

Europa debe cambiar su posición, de “esperanzada” a “activa”. No esperar con tibieza un milagro mientras se violan atrozmente los DDHH en Cuba, sino exigir avances como premisa para el mantenimiento y desarrollo del acuerdo. Ello nos daría un espacio de trabajo vital a la sociedad civil, la prensa independiente y la oposición pacífica para actuar por el cambio que Cuba necesita.

Sobre el PDCA en lo adelante:

  • Lo que más conviene al pueblo cubano no es que los países miembros de la UE dejen de firmarlo o ratificarlo, sino que el Parlamento Europeo lo condicione a la observancia efectiva de los DDHH en Cuba.
  • Entendemos que Europa, en el marco del acuerdo, se reúna con la falsa sociedad civil que les impone el gobierno. No es un problema si Europa toma en cuenta los informes que presenten como lo que realmente son: informes oficialistas. Y paralelamente imponer como requisito, en aras de la verdad, reunirse también con la verdadera sociedad civil, la que como en el resto del mundo cuestiona al gobierno y trabaja sin su tutela.
  • Europa debería emitir un informe anual sobre la situación de los DDHH en Cuba como parte de este acuerdo y estar dispuesta a establecer moratorias a toda ayuda y convenio económico con Cuba en caso de que esos informes demuestren retroceso o falta de avances en materia de DDHH.

Sólo así el PDCA sería verdaderamente útil al pueblo cubano. No sólo en el plano económico sino también en el político y social, ayudando a la construcción de una Cuba mejor.

Osmel Ramírez Álvarez

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