“Mantener el PDCA en las mismas condiciones constituiría en un inequívoco espaldarazo al régimen cubano en detrimento de los derechos humanos”

Roberto de Jesús Quiñones Haces in front of a grey background
Photo: CubaNet

Carta #1 de Roberto Quiñones para la UE.

A mediados de este año Civil Rights Defenders invitó a la sociedad civil cubana a presentar análisis y propuestas respecto al Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre Cuba y la Unión Europea (PDCA), firmado en 2016. Los documentos presentados se enfocaron a analizar y proponer cómo la UE debería cooperar y promover la democratización y el respeto por los derechos humanos en Cuba; y en el papel que la sociedad civil cubana debería tener dentro del diálogo político.

El texto que presentaremos a continuación fue escrito por Roberto Jesús Quiñones Haces. Roberto Quiñones Haces es un abogado y periodista independiente, quién actualmente se encuentra privado de su libertad por intentar cubrir un juicio de interés público. Durante su carrera profesional Quiñones Haces ha sufrido múltiples violaciones de derechos humanos, así como actos de intimidación, hostigamiento y detenciones arbitrarias. Su caso, representa una realidad que afecta a cientos de periodistas, defensores de derechos humanos, artistas y activistas, entre otros, dentro de Cuba. Aquí la contribución de Roberto Quiñones Haces:


UE: Los cinco que faltan y Cuba

La política alemana Ursula von der Leyen, hasta ahora ministra de Defensa de su país, acaba de ser electa presidenta de la Comisión Europea y es la primera mujer que logra llegar a tan alto cargo.

Ya el periódico oficialista cubano Juventud Rebelde del pasado 17 de julio se encargó de tratar de enturbiar su imagen, cuestionando que fue electa por poca diferencia en el conteo de los votos. Añadió que está considerada como uno de los dos ministros menos competentes del gobierno alemán. Sin embargo, la repercusión de su primer discurso ante la Eurocámara, a pocas horas de su elección, indica que sus proyecciones han sido bien recibidas.

Recordemos que en diciembre de 2016 fue derogada la Posición Común de la Unión Europea con respecto a Cuba y se firmó el Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación (PDCA, siglas en inglés). Esto hizo pensar a muchos que las relaciones entre el bloque europeo y el régimen castrista redundarían en beneficios para el pueblo cubano pero, una vez firmado el nuevo acuerdo, el régimen comenzó a recibir ayuda económica y continuó aplicando una política tendente a consolidar su dictadura.

Según datos verificables en internet, la Unión Europea (UE) sigue siendo el principal socio exportador y segundo socio comercial de Cuba, así como el mayor inversor extranjero en el país en sectores como el turismo, la construcción, la industria ligera y la agroindustria. Un tercio del total de turistas que Cuba recibe cada año es europeo.

En 2016 la UE exportó a Cuba 2 400 millones de euros y desde 2008 hasta 2014 aportó 9 millones de euros en cooperación para el desarrollo. Para el período 2014-2020 asignó otros 50 millones y 5 millones más para apoyar proyectos sociales destinados a grupos humanos en una situación vulnerable. Desde 1993 ha aportado más de 94 millones de euros en ayuda humanitaria.

Mantener el PDCA en tales condiciones constituiría un inequívoco espaldarazo de la UE al régimen cubano en detrimento de los derechos humanos que este viola cotidianamente.

Europa, basamento de una sólida tradición cultural y jurídica que ha marcado pauta en el mundo, no debe continuar ejercitando una política que perpetúa el sufrimiento del pueblo cubano y afirmando que está comprometida con la democracia y la defensa de los derechos humanos. Tal posición es sumamente hipócrita si de Cuba se trata.

Uno de los errores más reiterados por organismos y relevantes personalidades políticas internacionales consiste en creer que obtienen una visión política correcta de lo que ocurre en Cuba visitando sólo una vez el país y sosteniendo conversaciones con los dirigentes del régimen. Su evaluación jamás será objetiva mientras no escuchen los testimonios y evalúen las pruebas de los miembros de la verdadera sociedad civil cubana, esa que no depende del régimen ni recibe de él flamantes edificaciones, salarios y financiamiento para viajar alrededor del mundo haciendo propaganda a favor de la dictadura. Quienes conocen la situación del país somos los cubanos.

Si esas instituciones y personalidades no contactan directamente con el pueblo; no visitan las prisiones y entrevistan libremente a los presos políticos, no van a los barrios marginales; no conocen los testimonios de los periodistas independientes ni tienen acceso a las quejas de los ciudadanos en petición de una protección jurídica efectiva; ni se interesan por conocer multilateralmente sucesos traumáticos en la reciente historia cubana, que evidencian la gran impunidad estatal, jamás podrán tener una visión objetiva del cumplimiento de los derechos humanos aquí.

Quien tenga la responsabilidad de suceder a la señora Federica Mogherini al frente de la política exterior del bloque, heredará una forma de actuar muy complaciente con respecto al régimen cubano, al extremo de aceptar que este impusiera en sus relaciones con la UE su peculiar interpretación de los derechos humanos, contraria a la que es aceptada por ese bloque y por la mayoría de los países, con el agravante de que el régimen defiende esa posición sin haber permitido jamás al pueblo que dice representar que se pronuncie al efecto, pues desde 1959 hasta hoy este ha carecido de vías y mecanismos para expresar su voluntad de forma inequívoca, bajo la supervisión de observadores internacionales.

El PDCA definió un marco de acompañamiento al proceso de reformas en Cuba. ¿Qué reformas políticas trascedentes ha habido en Cuba desde diciembre de 2016 hasta la fecha? Ninguna. ¿Qué de lo hecho desde entonces ha beneficiado políticamente a los cubanos y ha favorecido su empoderamiento? Nada. Si algún eurodiputado tiene alguna duda sobre las respuestas a estas preguntas, sólo debe leer el texto de la nueva Carta Magna para verificar que, lejos de apostar por la apertura política, el castrismo consolida su vocación continuista.

Faltan cinco países por ratificar el PDCA. Ellos son Irlanda, Italia, Lituania, Países Bajos y Suecia. Hacerlo mientras se mantengan las actuales condiciones sería una gran incongruencia política.

Es cierto que el camino de la confrontación no provoca buenos resultados, pero un diálogo donde sean excluidos a perpetuidad elementales derechos del pueblo cubano constituye una posición execrable, mucho más procediendo de Europa.

En ese diálogo, la Unión Europea debe dejar bien claro que los derechos humanos no pueden aplicarse ni interpretarse según las conveniencias políticas del régimen, como establece el artículo 30 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Nada en la presente Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendentes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración”.

No tengo dudas de que algún día habrá democracia en Cuba y, entonces, el pueblo actuará contra quienes, en vez de apoyarlo en el reclamo del cumplimiento de sus derechos, hicieron oídos sordos ante la impunidad del castrismo.

La UE tiene la oportunidad de demostrar de una vez por todas si su política obedece más a intereses económicos que a los nobles ideales consignados en múltiples instrumentos jurídicos internacionales.

Roberto Jesús Quiñones Haces

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