NACIÓN U’WA | VENEZUELA  

Es claro que los hombres que se enfrentan por el control del territorio son ciudadanos del Estado. La violencia la originan sus hombres, que por diferencias y por inconformismos deciden disputarse el control de las economías legales e ilegales que han suprimido las economías propias milenarias ancestrales. Han disputado el control del territorio por medio de las armas, pero en su discurso dicen luchar por los derechos del pueblo y solo defienden los intereses económicos y traen más y más guerra, no solo contra los hijos de las madres U’wa, sino contra la Madre Tierra. Las familias U’wa no hacemos parte de esta guerra, mucho menos vamos a traer hijos para que el hombre blanco en su guerra sin justificación arrebate la vida de nuestra gente.

Sabemos que nuestro territorio es usado por el Gobierno para financiar su guerra y su economía. Siempre lo ha hecho, pero esto en vez de traer desarrollo lo que ha generado es más violencia, pobreza y despojo, porque los actores armados ilegales viven de todas estas economías. El Gobierno no garantizó la seguridad de las multinacionales e inició una guerra. Nuestras familias quedaron en medio de este conflicto y todos nos culpan de hacer parte de esto, cuando en realidad no es así, pues son estos grupos los que nos sumergen en ella. Lo único que hemos hecho a lo largo de la historia, cuando llegó el hombre blanco, es resistir.

Cualquier voz que defienda los derechos humanos sabe que esa búsqueda le va traer enemigos. En un mundo de machismos donde la voz de la mujer es difícil posicionarla, una situación donde los hombres poco a poco han perdido el rumbo de las orientaciones colectivas y se han dejado contaminar, las mujeres hemos decidido retomar las orientaciones colectivas de las autoridades e ir en defensa de la Madre Tierra. Las mujeres hemos decidido defender los usos y las costumbres que buscan la garantía del buen vivir para nuestros hijos, nietos y nosotras mismas. Todavía hay presencia de actores armados ilegales, fuerza pública, multinacionales, las cuales en medio de esas disputas aún generan víctimas, y aún siguen violando la autonomía de nuestro pueblo. Actualmente hay acciones de explotación de gas y constantes solicitudes para explotación de petróleo y carbón en el territorio, así como la asignación de parques, los cuales siguen haciendo parte del despojo de la autonomía y el control territorial de nuestro pueblo.

El territorio tiene una gran importancia para las familias U’wa. Todo el territorio, sin distinciones de fronteras, las cuales son impuestas sin ningún tipo de respeto por aquello que ya está ordenado por la creación del planeta. La pérdida del territorio ha llevado al peligro del exterminio físico y cultural de nuestro pueblo, pues el territorio lo es todo. Sin el territorio no somos nada, hay una relación directa con él, pues es nuestra Madre. A la Madre Tierra, nosotras y el pueblo U’wa le debemos respeto, amor. Por eso luchamos por su defensa, por eso nos preocupa la naturalización de la violencia que el hombre blanco cada día sigue en continuo crecimiento, sigue el despojo de la vida de nuestra Madre Tierra, continúan sus políticas de explotación. Su misma palabra lo dice, explotar. Esto desangra el planeta y nos arrastra a su destrucción y a la vida que habita en él. Transforma nuestra cultura con su mercado globalizado, el cual ha permeado todo y ha sido difícil mantener la ley de origen en nuestros corazones y en el de nuestros hijos. Vende un imaginario de bienestar, pero detrás está el ego mismo, la muerte, por lo que es necesario hacer un pare y que el hombre blanco escuche al pueblo U’wa y reoriente su camino, su economía, su educación, erradique las fronteras nacionales e internacionales, y hablemos desde la humanidad. El sistema económico, según lo vemos, por su estructura ha atacado los valores y el respeto a la vida. Por esa razón nuestras comunidades milenarias y autóctonas desaparecieron y hoy solo quedan treinta y tres comunidades en el territorio ancestral binacional.

Queremos que el mundo sepa que a causa de una política económica nuestro pueblo ha tenido que sufrir, poner vidas. Las mujeres U’wa, desde la binacionalidad, luchamos por la humanidad. El mismo aire y agua que usan para sus vidas es el que defendemos nosotras las mujeres, entonces ¿por qué les quitan la vida a nuestros hijos, hermanos, familiares? Si somos quienes defienden la Madre Tierra, ¿por qué buscan su destrucción? ¿Acaso no hay peor hijo que aquel que intenta matar a su dadora de vida? Y a pesar de eso, ella con sus últimos alientos sigue dando vida para que la humanidad viva. Vemos cómo ella nos da algo que no merecemos, nos alimenta, nos da aire y nos quita la sed. Algo que no entendemos es por qué el hombre blanco cava no solo la tumba propia, sino la de la humanidad y la del planeta.

Queremos que el mundo sepa que desde los hechos en las temporalidades de violencias hacia nuestras mujeres que ya no están hoy, muchas resistieron, defendieron la vida y lo hicieron como podían en esos momentos, conservando los saberes ancestrales, huyendo de los despojadores colonizadores, huyendo de los procesos de despojo a la educación y los saberes ancestrales que la Iglesia implementó. Hoy, gracias a la Constitución de 1991 y la Ley 21 que hace parte de la Constitución, el convenio de la OIT, nos reconocen, pudimos alzar nuestras voces en la defensa de unos derechos. Desde ahí hemos acompañado diferentes procesos de resistencia. Rosmira Sandoval, Claudia Cibaria, Liseth Garcés Aguablanca y Daris María Cristancho son unas de las mujeres sobresalientes en las luchas por la defensa de la Madre Tierra.

Daris María ha venido acompañando desde el inicio al mayor Berito Cuwaru’wa, desde el año 95, más o menos. Su proceso de aprendizaje y lucha por la vida inicia contra las multinacionales, a las que se les pidió el respeto por la Madre Tierra y los valores culturales. También le pedimos respeto al Gobierno, que a pesar de los mensajes hizo oídos sordos desde el año 92, cuando inició la ejecución de la exploración y explotación del bloque Samore, el cual consistió en una extensión que cubría territorio en los actuales departamentos por el lado de Colombia.

La presión sobre las mujeres que acompañaban esos procesos aumentó cuando los actores armado ilegales como las FARC-EP se pusieron al servicio de las petroleras y amedrentaron al mayor Berito, además de por los señalamientos y amenazas de la fuerza pública. No había garantías en los gobiernos de César Gaviria y Ernesto Samper y eso creó un ambiente de inseguridad durante esos años. El Gobierno garantizó el ingreso de las multinacionales, permitió las licencias ambientales y puso a disposición el Ejército para su protección, todo esto pasando por encima de la nación U’wa.

     

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