NACIÓN U’WA | VENEZUELA  

La presencia de multinacionales, actores armados y hechos de violencia a las comunidades y la Madre Tierra aumentaron la incertidumbre. Quedamos en medio de un conflicto, lo que llevó a los líderes hombres y mujeres de la época a buscar ayuda. Terry Freitas, de 24 años; Lahe’enae Gay, de 39; e Ingrid Washinawatok, de 41, fueron aliados en la defensa de la vida y los derechos U’wa. Acompañaron a Berito en su viaje a Estados Unidos para exigirle a la Oxy que renunciara al interés de explotar tierras que hacen parte del territorio de la nación U’wa, además de evidenciar las violencias sufridas por nuestro pueblo por parte de los gobiernos anteriores y actuales. Este ejemplo de lucha fue crucial para nosotras las mujeres y para toda nuestra gente, pues logramos por fin que escucharan el dolor impuesto por parte de un opresor.

Es verdad y sabemos que no les va a gustar oírla, mucho menos a los responsables, pero fue la sangre de nuestros ancestros y actuales hermanos y familiares, fue nuestra gente y la Madre Tierra, las que han sido violentadas desde que llegó el hombre blanco. Cuando llegó a nuestros territorios, el dolor causó lágrimas. Colombia y el mundo deben saber por lo que tuvimos que pasar, pero es más importante conocer y reconocer que aún sigue la violencia contra la Madre Tierra, que las violencias siguen en el territorio, los actores armados siguen reclutando, señalando, amenazando, asesinando a nuestra gente como forma de control. Además de la violencia que se ha venido materializando y que no para, hoy las políticas no responden a las necesidades culturales. Se camuflan de hipócritas para la erradicación de nuestros saberes ancestrales que hacen parte de nuestra estructura social. No hay atención con enfoque diferencial, así que esa violencia tiene que ver con la violencia estructural, la cual convierte al hombre blanco en un desconocedor del ser humano U’wa, deshumaniza la existencia, las costumbres y los usos milenarios.

En el año 2000, periodo de gobierno de Andrés Pastrana, la nación U’wa decidió movilizarse para la defensa de los derechos del pueblo U’wa binacional. Daris María y otras mujeres acompañaron desde lo organizativo este proceso de resistencia contra la Oxy y les dejó un antecedente a mujeres que venían tras ella en ese trabajo y lucha en defensa de los derechos colectivos y de la Madre Tierra. Mujeres como Cludia Cobaria, Delicias Aguablanca, Yolanda Tegria, Lizet Garcés Aguablanca y Rosmira Sandoval, entre otras mujeres, han estado representando a sus comunidades desde los cabildos menores y haciendo parte del equipo directivo de la Asociación de Autoridades tradicionales y cabildos U’wa. Ellas se han tenido que hacer a pulso, formándose, capacitándose culturalmente por las autoridades tradicionales y occidentalmente, demostrando las capacidades, con capacidad de hablar de gobierno a gobierno, conociendo sus leyes. De esta manera, las mujeres U’wa hemos podido defender los intereses de cada una de nuestras comunidades.

Una situación que unificó a estas mujeres ocurrió en el año 2016, cuando la nación U’wa nos tomamos la planta de gas de Sedeño, la cual está dentro del bloque Sirirí y Catleya, donde actualmente se está explotando el gasoducto Gibraltar. Es en los límites municipales de Cubara y Toledo, cerca de la frontera con Venezuela. Ante el incumplimiento de los acuerdos pactados con el Gobierno nacional en el año 2014 y las constantes violaciones a los principios territoriales, pues las fincas de Sedeño donde está instalada la maquinaria es de propiedad colectiva del pueblo U’wa, ni la multinacional ni el Gobierno nacional han respetado esto y han pasado por encima imponiendo sus intereses. Luego de un diálogo con los funcionarios del gobierno de Juan Manuel Santos, se reafirmaron nuevos acuerdos, los cuales tiene que ver con el saneamiento y la ampliación del territorio, cancelar las licencias adjudicadas para la exploración y explotación de recursos naturales, el resarcimiento a las afectaciones históricas y contemporáneas, y el reconocimiento de los títulos coloniales, entre otros que protegen la vida y el territorio (no solo del pueblo U’wa, sino del planeta y toda forma de vida en él).

Defender el territorio como mujer sigue siendo complicado. Primeramente están los miedos a las amenazas de las personas con intereses en la explotación de los recursos no renovables en el territorio ancestral. Pero el sueño de la dignidad de nuestro buen vivir nos anima, el dolor de nuestras compañeras, las injusticias contra ellas, los maltratos, el dolor mismo son una razón que impulsa, pues no queremos que se sigan repitiendo esas violencias. El deseo de ver a nuestro pueblo con las garantías de poder fortalecernos culturalmente, el sueño de nosotras mismas de superarnos y poder ofrecer más a nuestras generaciones presentes, nos motiva a seguir en esta lucha. Esto no quiere decir que dejamos de sentir miedo, claro que lo hay, por eso queremos alzar la voz al mundo para que unidas todas y la humanidad universal construyamos la sociedad del futuro donde la vida digna sea prioridad, y no el mercado y el dinero.

La violencia es de las personas occidentales. Sean ilegales o legales, hacen parte de una nación colombiana, nacida y criada en sus sistemas, los cuales por diferencias ideológicas crean la guerra. No es nuestra culpa. Ahora nos señalan y culpan, cuando nosotros no hacemos parte de esa guerra, somos es víctimas de sus problemas espirituales, por lo que pedimos aclararle a la sociedad mayoritaria que no nos señale más de ser de aquí o de allá, nosotras y nuestras comunidades de lo que somos claros es que somos U’wa.

Sin el territorio no somos nada, por lo que le pedimos al mundo que nos ayude en los procesos de saneamiento y ampliación del territorio ancestral. Las dos naciones deben generar los espacios de diálogo para hacer posible la atención, pues perdimos el territorio de manera violenta. Los anteriores gobiernos responsables y las multinacionales deben reconocer y pedirle perdón al pueblo U’wa por todos los daños históricos y actuales. Pedimos un compromiso para pagar los daños causados.

En cada uno de nuestros componentes de la estructura social de la nación U’wa tenemos unas dificultades, las cuales no es necesario aplicar las líneas de acción que se documentaron en los planes de salvaguarda. De no ser así, continuará la política occidental llevándonos al exterminio físico y cultural, por lo que de manera transversal debemos dialogar para llegar a acuerdos que no vayan en contravía de los usos y las costumbres de la nación U’wa. Pedimos la autonomía en los territorios, de manera que podamos recuperar y fortalecer nuestros usos y costumbres milenarias en los lugares, según las funciones establecidas desde la creación, por medio de la articulación del diálogo de gobierno a gobierno en la situación de binacionalidad.

Queremos decirle al mundo que el conflicto sigue en los territorios. Los actores armados legales e ilegales y los civiles responsables siguen junto con el Estado en la lucha por el control de las economías legales e ilegales presentes en la frontera y en las comunidades asentadas en el territorio ancestral. Actualmente hemos tenido que hablar con todos los que llegan a nuestro territorio, pues es nuestra casa y el que llega a casa ajena debe saludar y buscar hablar con el dueño. En esos diálogos les hemos dicho a todos lo mismo, que respeten a la Madre Tierra, que respeten a los miembros de nuestras comunidades, que no nos hagan parte de sus guerras. Esos diálogos nos han costado señalamientos de lado y lado, pero nosotros no tenemos armas, la única arma es la palabra y la usamos con todo actor que llegue, como cualquier Estado dialoga con sus vecinos.

     

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