NACIÓN U’WA | VENEZUELA  

En 1848 la situación de despojo territorial fue más fuerte en los límites territoriales ancestrales. Asesinaron a los U’was por la tierra, aumentó el secuestro de mujeres, niñas y niños U’wa, hubo esclavización como mano de obra para los hacendados. La violencia en el interior del país entre liberales y conservadores hizo que la población que ingresaba al territorio aumentara y muchos de los desplazados llegaron al territorio por caminos ancestrales. Cada día hacían que el control y la autonomía de las decisiones de las familias U’wa sobre las formas de vida armónica con la Madre Tierra se silenciaran.

Todos estos hechos afectaron a las mujeres. La mayoría de ellas fueron llevadas obligadas a las misiones, obligadas a casarse por la Iglesia católica, a trabajar sin paga. Fueron utilizadas como objetos sexuales por los colonos que trabajaban en las misiones y por los hombres hijos de los primeros colonizadores. Esto trajo un aumento del mestizaje. Muchas de las mujeres no podían decir nada por miedo y sacaban a sus hijos adelante sin apoyo de nadie. Por los señalamientos de los miembros de las comunidades, en ocasiones fueron rechazadas por las familias. Aunque no tenían la culpa, en esa época los derechos de la mujer también eran relegados en Occidente.

Una de las situaciones más complejas y que atentaron de manera directa contra la Madre Tierra en nuestro territorio ancestral tiene que ver con la economía, la cual se fundamentaba en la explotación de recursos no renovables, principalmente la sangre de la Madre Tierra, que el hombre occidental llama petróleo. No quiere decir que las acciones anteriores como la deforestación de grandes extensiones para las actividades agrícolas extensivas, que en muchas ocasiones fueron lugares sagrados, no fueron graves. Por supuesto que sí. Lo que sucede es que la explotación de petróleo aceleró las acciones violentas contra la Madre Tierra y contra la vida existente en ella. Por eso la gravedad del asunto y que hoy la humanidad está recibiendo los impactos. El hombre blanco le dice calentamiento global. Es consecuencia de un planeta muriendo lentamente. Por eso para nosotras las mujeres, el dolor de ver que nuestra Madre se muere lentamente y ella en su actuar intenta sobreponerse a las puñaladas que poco a poco quitan ese aliento de vida… en calidad de madres defendemos la vida.

Las petroleras son violencia, muerte. El Gobierno nos arrebató la autonomía de nuestro territorio, implantando con abusos y violencia esta actividad asesina contra la Madre Tierra, que llegó en 1970. A lo largo de la historia hemos visto lo que pasa con las explotaciones de recursos naturales no renovables. Hay muerte, corrupción, envidias, desacuerdos, hambre, deshumanización… mentiras que, desde el escritorio, los Gobiernos de turno afirman que son el camino para el desarrollo. Pero en los territorios no hay una inversión real, no hay vías, viviendas, escuelas, colegios, universidades, hospitales, clínicas, economías estables. Desde el interior ven nuestros territorios como la despensa para satisfacer sus hambres. Imponen lo que se les ocurre y excluyen a la población que habitamos estas tierras.

La Oxy en Caño Limón y la estación de Samore invadieron sitios sagrados y tierras ancestrales, despojaron a nuestros ancestros del control de esos lugares por medio de mentiras, engaños, amenazas y utilizaron actores armados. Impusieron sus intereses y ocasionaron el desplazamiento de comunidades. Alteraron las dinámicas culturales y espirituales que se desarrollaban, tanto en los puntos donde se instalaron como por la línea del tubo por donde conducían la sangre de la Madre Tierra. Por esta se despertaron nuevos conflictos, porque los actores armado ilegales vieron la oportunidad de una renta, la cual consistió en la vacuna o impuesto al derecho a explotar el petróleo. Por donde pasó la línea del tubo, fueron violentos.

Nuestras madres tuvieron que soportar la violencia de colonos que ya se encontraban en gran parte del territorio ocupando grandes extensiones. Ahora los actores armados legales e ilegales usan el territorio como corredor. La condición de frontera la aprovecha la ilegalidad. Los hombres de los actores armados legales e ilegales siguen desde el inicio de su llegada causando estrategias de enamoramiento y violaciones forzosas hasta nuestros días. No han parado estas acciones racistas y discriminatorias hacia nosotras las mujeres U’wa. Esto trae aumento de mestizaje, mujeres violadas y abandonadas embarazadas a su suerte.

El hombre blanco ha impuesto fronteras y las instituciones estatales las siguen haciendo valer, sin tener en cuenta una perspectiva global del territorio sin fronteras, el cual responde a las lógicas ancestrales de los pueblos milenarios, en este caso la nación U’wa. Nosotros tenemos un límite territorial y unos usos establecidos desde la creación, los cuales son totalmente diferentes a los límites nacionales de las dos naciones invasoras, Colombia y Venezuela. Desconocemos sus divisiones del territorio, pero de manera impuesta hemos tenido que aceptarlas para el acceso a derechos que tampoco son garantizados como ordena la Constitución de 1991.

La Madre Tierra es una sola y las actividades en ella son una consecuencia de la ley de origen, la cual permite desarrollar las diferentes actividades diarias en las que la familia forja los saberes ancestrales, todo esto respetando los procesos naturales y continuos de la Madre Tierra. Por eso la defensa del territorio y la cultura se defienden con la vida y esto pone en peligro el buen vivir de las comunidades. Toda la economía del hombre blanco es violenta con la Madre Tierra. La mujer inculca ese valor y respeto sagrado por el territorio, y forma defensores que luego son asesinados por los actores armados que hacen parte de manera legal o ilegal del Estado.

     

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